Autor: Antonio Jesús Redondo Ocaña
Responsable de Comunicaciones del IERD
Aquella mañana… tenía 13 años. Recuerdo que me encontraba esperando a mi padre para dar un paseo, apoyado en una de las puertas cerradas de uno de los dormitorios de mi casa, cuando de repente me encontré tirado en el suelo: se había abierto la puerta. En teoría sin ningún motivo aparente, en décimas de segundos, se escucharon tres detonaciones, una detrás de otra, y nos quedamos todos desconcertados sin saber qué ocurría. Me levanté y mi intuición fue dirigirme a la ventana del mismo dormitorio cuya puerta se había abierto, para mirar al exterior. Desde allí observé una gran columna de humo negro y en su base grandes bolas y llamas de fuego de un color muy intenso, anaranjado. Mi padre, con su mejor criterio y viendo el pánico que nos entró, decidió que nos fuéramos al pueblo paterno hasta que la situación estuviese controlada.
Era el 26 de mayo de 1985, 11:10 de la mañana, un día soleado con vientos suaves de levante. En la Bahía de Algeciras, situada en la orilla norte entre los núcleos de Puente Mayorga y Guadarranque, dentro del término municipal de San Roque, los petroleros Petragen One y Camponavia, se encontraban atracados uno junto al otro en el pantalán de la refinería CEPSA, procediendo a la descarga del crudo para su refinado. De forma inesperada el Petragen One, un buque de bandera panameña, explosionó; y en décimas de segundo se produjo un efecto dominó que afectó por simpatía al Camponavia, encadenándose tres explosiones.
De repente se activaron todas las alarmas de la comarca. La población entró en pánico y no se sabía qué hacer o cómo actuar ante tal situación. Hoy en día la población sigue sin saber cómo actuar cuando suceda alguna emergencia de tal calibre. Al lugar acudieron los trabajadores de la refinería, el servicio de bomberos de la fábrica y los equipos de bomberos de las localidades próximas. Con ellos llegaron las ambulancias y numerosos vehículos de policía.
Recuerdo las imágenes de televisión en las que los bomberos junto con sus camiones se situaban pegados a los petroleros, rodeados por el humo y el fuego. No había planes de emergencia de Protección Civil, ni centros coordinadores de emergencias, ni equipos de intervención que cumpliesen los mismos estándares y que impidió una actuación más rápida. Los racores de las mangueras de los bomberos provinciales del modelo «Barcelona» no eran compatibles con el modelo «Americano» de los hidrantes de la refinería. Los camiones de bomberos agotaban sus depósitos en cuestión de minutos. Había que salir de la fábrica para volver a recargar los camiones, mientras las llamas seguían cobrando fuerza avivadas por el viento de levante. A contraviento, el agua disparada por las lanzas regresaba al pantalán cayendo encima de los propios intervinientes.
Algunos tripulantes supervivientes, envueltos en llamas o angustiados por el calor infernal, empezaron a saltar al mar. Dos jóvenes que se encontraban pescando por la zona se dirigieron valientemente hacia los náufragos y empezaron a subirlo a su pequeña barca. Un policía nacional hizo lo mismo: se quitó la camiseta y se tiró desde el pantalán, rescatando a varios de ellos cuyo número nunca llegó a recordar.
La Guardia Civil y la Policía Local de las localidades limítrofes, siguiendo instrucciones del Delegado del Gobierno, procedieron a prohibir la circulación por la antigua N-340, dejándose accesible exclusivamente para los servicios de urgencias y para el rápido traslado de los heridos a los hospitales de La Línea de la Concepción y de Algeciras. Los medios de comunicación de la época, radio y televisión, empezaron a tranquilizar a la población y solicitaron voluntarios para donar sangre en los hospitales. La respuesta de la población fue ejemplar.
Al día siguiente y tras la gravedad del suceso, los Reyes de España Don Juan Carlos I y Doña Sofía junto al Presidente del Gobierno, Felipe González, visitaron el lugar de los hechos ocurridos y a los heridos. El balance que se cobró la tragedia fue de 18 fallecidos, 16 desaparecidos, 37 heridos de diversa consideración, 2 petroleros casi desintegrados y daños de enorme cuantía en la estructura de una refinería que no ha vuelto a registrar un suceso similar hasta el presente.